La Garganta del río Bicaz es un espectacular cañón natural situado en la zona central de los Montes Cárpatos, en el Parque nacional Cheile Bicazului-Hăşmaş.
La
Garganta del Bicaz se halla en la Sierra de Hășmaș, en el límite de las
provincias de Neamț y Harghita. El cañón fue formado por el río Bicaz, y es una puerta natural de paso obligado entre las regiones
de Moldavia y Transilvania. Forman por sí mismas el Parque nacional de la
Garganta del Bicaz-Hășmaș donde miles de turistas acuden a él cada año. Esta
zona forma parte de la gran cadena de los Montes Cárpatos.
Después de almorzar en un restaurante del Lago Rojo, seguimos hacia las Gargantas del río Bicaz, un cañón natural en los
Montes Cárpatos que constituye la principal ruta por carretera entre
Transilvania y Moldavia. Discurre a lo largo de ocho kilómetros entre grandes
paredes verticales de roca, que en algunos puntos se elevan 300 metros sobre el
asfalto.
Pese a
que el cielo se había cubierto, el recorrido resultó muy vistoso con aquellas
grandes moles rocosas a ambos lados de una carretera que se retorcía sobre sí
misma y que alcanzó su momento más especial con la aparición del imponente
Monte Ceahlau, bajo el que confluyen los ríos Bicaz y Bistrita.
De pronto aparecieron como de la nada una cantidad ingente de tenderetes a un lado y otro de la carretera, ofreciendo de todo a los turistas, que intentaban localizar algún hueco para
detener sus vehículos en las cunetas, tanto para admirar el paisaje como para curiosear entre un enjambre de recuerdos y cachivaches. En cualquier caso, tampoco se reunió tanta gente como para formar atascos o producirse accidentes.
Nuestro guía rumano nos ofreció la posibilidad de recorrer un par de kilómetros a pie, pegados a la pequeña cuneta del lado izquierdo de la carretera, por donde corrían muy alegres las aguas del río, a cambio de prometerle que iríamos en fila india y sin meternos en medio de la carretera para hacer fotos y demás.
Ni
que decir tiene que todos aceptamos unánimemente Reconozco que hay que tener valor
para bregar en semejante sitio con un grupo de "jubiletas" españoles,
a quienes pronto se nos olvidaron las promesas hechas. Bueno, no, que nos
portamos bien...
El paseo resultó de lo más entretenido y bonito, si bien
tampoco me pareció uno de esos parajes insólitos que te dejan con la boca
abierta, pues en España disfrutamos de desfiladeros semejantes, incluso más
espectaculares.
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