Viajar
a Egipto para conocer mejor la cultura y religión egipcias
El
cristianismo nació, en el siglo I, como un grupo judío más. La diferencia con
el resto de los grupos del judaísmo de la época (saduceos, fariseos, esenios,
celotes…) radicaba en que el cristianismo defendía que el Mesías anunciado por
los profetas y esperado por los judíos ya había llegado a la Tierra. Este
Mesías era Jesús de Nazaret, un maestro carismático que anunció la inminente
llegada del Reino de Dios, se enfrentó con las autoridades judías y murió crucificado.
A
partir de este acontecimiento, sus seguidores defendieron que Jesús había
resucitado y, con él, todos resucitaríamos. El mensaje de Jesús iba destinado a
todos los seres humanos y no solo al pueblo de Israel, algo que también
distinguía a los cristianos del resto de judíos.
Estas
diferencias provocaron unos primeros enfrentamientos entre judíos y cristianos,
de los que el Nuevo Testamento se hizo eco, como podemos ver en la lapidación
del diácono Esteban, en el año 34 (Hch. 6, 8-15). En el año 70, los romanos
destruyeron el Templo de Jerusalén, provocando la huida tanto de judíos como de
cristianos.
Gran
parte de ellos se refugiaron en Egipto, donde ya existían anteriormente
comunidades judías, bastante importantes y muy influyentes en el judaísmo del
segundo Templo. La principal ciudad que acogió a los recién llegados fue
Alejandría. El papel de Alejandría en el judaísmo del segundo Templo: En la
ciudad de Alejandría existía una importante comunidad judía desde el principio
de la era ptolemaica. En la época de Ptolomeo II (285–246 a.C.), los judíos de
la comunidad de Alejandría sintieron la necesidad de traducir al griego los
textos sagrados, pues las nuevas generaciones ya no tenían el hebreo más que
como una lengua relegada a la liturgia.
Esta
magna empresa fue apoyada desde el principio por las autoridades, ya que era
una manera de aculturar más rápido a los judíos (Feliz de Astacio, 2019). Esta
traducción y compilación de los textos sagrados incluyó, además de la Tanaj o
Biblia hebrea, otros textos redactados en griego y con claras influencias de la
literatura egipcia. Esta influencia se ve en las similitudes con algunos textos
sapienciales egipcios, como podemos comprobar al comparar el libro bíblico de
Proverbios con el de Enseñanzas de Amenemope egipcio.
A
finales del siglo I, los judíos rechazaron los textos griegos y crearon el
canon hebreo. La Biblia alejandrina, también llamada Septuaginta o de los LXX,
era considerada por los judíos como algo propio de los cristianos, por lo que
dieron un paso definitivo en la separación entre ambas religiones, al optar por
un canon diferente al empleado por los cristianos. En efecto, hay varios
indicios de que los evangelistas utilizaban la Septuaginta como referencia de
los textos sagrados.
El
judaísmo de la época de Jesús de Nazaret estaba muy helenizado y ya había
tenido fuertes influencias de la religión egipcia. El uso de la Septuaginta,
las similitudes entre textos bíblicos y literatura egipcia o la creencia en el
Más Allá se pueden analizar como muestras de esta influencia (Feliz de Astacio,
2019). Aquí buscamos conocer la relación de Egipto con el judaísmo del siglo I
d.C. y cómo contribuyó a separar al cristianismo de esa religión.
La
configuración de la teología y doctrina cristianas no pueden entenderse sin
conocer bien la situación de la ciudad de Alejandría en los primeros siglos de
nuestra era. En esta ciudad se encontraba un importante centro de enseñanza de
la filosofía del platonismo medio, al que asistían paganos, judíos y
cristianos. Estos últimos fundaron el Didaskaleion, un centro de enseñanza de
teología cristiana, que tuvo una clara influencia del platonismo medio
(Fernández Hernández, 2010). El debate filosófico y teológico que se produjo en
Alejandría entre paganos, judíos y cristianos es el objeto de estudio de este trabajo.
En
el espacio de cuatro siglos, los cristianos pasaron de ser una pequeña secta
judía, a extenderse por todo el Imperio y ser perseguidos por las autoridades
romanas, para acabar imponiéndose al resto de creencias religiosas. Durante ese
periodo, surgieron diferentes corrientes cristianas o herejías, cuyo enfrentamiento
entre sí acabaría conformando la doctrina cristiana definitiva que se impondría
en los siglos IV-V. En todo este proceso, el peso del pensamiento egipcio sería
esencial. En su mayor parte, pasaría al cristianismo después de haber sido
transformado por la cultura grecorromana.
En
esta parte, se trata de analizar esas influencias filosóficas y teológicas que
entraron en el cristianismo directamente desde la religión egipcia o a través
de la romana. Además de la importancia que los filósofos y los teólogos
tuvieron en la adopción de elementos egipcios para la configuración del
cristianismo, es esencial estudiar cómo cambió de religión el pueblo egipcio.
Los habitantes del Nilo conocieron muy pronto a los cristianos, que se alojaron
en diferentes lugares, tanto del Alto como del Bajo Egipto.
El
judaísmo ya estaba bastante influenciado por la cultura y religión egipcias,
por estar fuertemente helenizado, sobre todo las comunidades de la Diáspora. La
más numerosa era la de Alejandría, donde se tradujo al griego la Biblia hebrea.
Por eso, el cristianismo, que era un grupo judío más, partió de una religión
muy helenizada y con elementos provenientes de la religión egipcia, además de
otras religiones, como el zoroastrismo.
Alejandría
se convirtió en una ciudad esencial para el cristianismo de los primeros
siglos. Los teólogos alejandrinos estaban en constante contacto con los
filósofos neoplatónicos, de los que recibieron notables influencias. El
cristianismo se extendió por las clases bajas de todo Egipto, pero no
abandonaron sus costumbres paganas. Estas continuaron en su vida cotidiana y
pasaron a formar parte del cristianismo, habiendo pasado antes por un
sincretismo con la religión grecorromana.
Los
eremitas que marcharon al desierto se refugiaron en tumbas de la época
faraónica, entrando en contacto con todo el programa iconográfico de los textos
funerarios egipcios. De ahí provendrían muchas leyendas sobre el Infierno o las
fuerzas del mal y algunos elementos que pasaron a la iconografía como la
psicostasis (pesado del alma). Estos eremitas, conocedores de la literatura
egipcia, sobre todo la sapiencial, habrían posibilitado que esta influyese en
sus escritos.
La
fascinación que vida de estos eremitas produjo en toda la Cristiandad llevó a
muchos a visitarlos, extendiéndose por todas partes sus escritos, sus oraciones
y el monaquismo egipcio. La reutilización de templos paganos hizo que gran
parte de la iconografía egipcia fuese adoptada por los cristianos. Las primeras
iglesias se construyeron sobre templos egipcios, donde se destruyeron algunas
imágenes, pero no todas. En las iglesias de nueva construcción, se utilizaron
elementos tomados de esos templos, que acabaron pasando al arte cristiano.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario