lunes, 19 de febrero de 2024

- La Guerra del Vietnam (1955-1975)

Guerra del Vietnam

   (1 nov 1955 - 30 abr 1975)

La guerra de Vietnam, ​ llamada también Segunda Guerra de Indochina, ​ y conocida en Vietnam como Guerra de Resistencia contra Estados Unidos ​ fue un conflicto bélico librado entre 1955​ y 1975 para impedir la reunificación de Vietnam bajo un gobierno comunista. Esta guerra enfrentó al gobierno comunista de Vietnam del Norte y sus aliados en Vietnam del Sur, (conocidos como el Viet Cong), respaldados por China y la Unión Soviética, contra el gobierno de Vietnam del Sur, su principal aliado Estados Unidos y otras naciones aliadas.

  Se calcula que murieron en total entre 3,8 y 5,7 millones de personas.​ Estados Unidos contabilizó 58.159 bajas y más de 1.700 desaparecidos, constituyendo la contienda más larga de dicho país hasta la Guerra de Afganistán.

  Fue una de las guerras más importantes del periodo llamado Guerra Fría.
El conflicto surgió a partir de la Primera Guerra de Indochina, en la que las tropas coloniales francesas combatieron contra el Viet Minh liderado por los comunistas en la Indochina francesa. La mayor parte de la financiación del esfuerzo de guerra francés fue proporcionado por los Estados Unidos.

  La intervención norteamericana en Vietnam data de los primeros años de la década de los sesenta, de la época de la administración Kennedy. Comienza con el envío de asesores de los servicios de inteligencia en apoyo del régimen existente en Vietnam del Sur y se convierte progresivamente en intervención militar abierta desde 1964.

  La guerra de Vietnam se prolongaría durante toda la década hasta la retirada definitiva de las tropas de los EEUU en 1972. El momento culminante de la guerra tuvo lugar, sin embargo, en la segunda mitad de la década de los sesenta, que es también el momento en que se multiplican los movimientos estudiantiles y universitarios en todo el mundo según una secuencia que incluye California, Madrid y Barcelona, Berlín, París, Milán, Praga, Londres, Ciudad de México, Pekin, Tokio, Varsovia, Frankfurt y muchas otras ciudades con una población universitaria importante.

  Con independencia de las causas inmediatas de la eclosión de estos movimientos estudiantiles, en todos los casos estuvo presente la protesta contra la guerra de Vietnam, y más concretamente contra la invasión militar norteamericana de la región del Sudeste asiático.

  En Estados Unidos de Norteamérica la protesta inicial, en 1964, contra el autoritarismo vigente en la gestión de las universidades, y concretamente en Berkeley (California), se juntó en seguida con la lucha en favor de los derechos civiles y ésta con la oposición, cada vez más generalizada, al reclutamiento para la guerra.

  En Latinoamérica la protesta estudiantil enlazó en seguida con el antinorteamericanismo tradicional, agudizado por lo que se consideraba una nueva agresión imperialista, y ello con la atracción por la actividad de la guerrilla, de la que el poeta salvadoreño Roque Dalton dijo por entonces que era “lo único limpio que quedaba en el mundo”.

  Ernesto Che Guevara había vinculado las luchas guerrilleras con el llamamiento a crear varios Vietnam; y después de su muerte, en 1967, esa idea guevarista fue repetida en numerosas movilizaciones estudiantiles no sólo en el cono sur sino también en algunas ciudades europeas. Los ecos de la protesta contra la intervención norteamericana en Vietnam en favor de un régimen dictatorial desprestigiado entre la población y de aquel llamamiento de Ernesto “Che” Guevara llegaron también a Europa. Este eco era ya muy perceptible en los discursos de los líderes estudiantiles de la Universidad Libre de Berlín aquel mismo año 1967.

  Y desde 1968 se convirtió en el elemento unificador de las vanguardias más politizadas prácticamente en todos los lugares en que cuajó la protesta estudiantil: en París, en Milán y en Roma, en Madrid y en Barcelona, en Londres, etc.

La importancia de la protesta contra la guerra, que actúa como trasfondo o hilo rojo unificador de la gran mayoría de las protestas estudiantiles de la segunda mitad de los sesenta en todo el mundo, es un hecho reconocido por todos los autores que se han ocupado de los movimientos sociales y de la cultura juvenil de esta época.

  Con matices y diferentes acentuaciones aparece en las obras, documentos, panfletos y ensayos que se pueden considerar más representativos de aquel momento: en las obras de Theodore Roszak sobre el nacimiento y desarrollo de la contracultura en los EE.UU; en el análisis que entonces hizo Noam Chomsky sobre el papel de los intelectuales; en las conversaciones y discusiones de Herbert Marcuse con los estudiantes berlineses, en 1967, sobre el fin de la utopía; en las imágenes que han quedado de las asambleas y manifestaciones de los estudiantes de la Sorbonne y de Nanterre durante la rebelión de mayo de 1968; en los manifiestos inaugurales del “Living Theater”; en los documentos del movimiento estudiantil italiano y en los documentos del movimiento estudiantil en España a partir de 1967.

  Habría que añadir que la protesta contra la guerra de Vietnam fue también en esos años el principal factor de aproximación entre los movimientos y organizaciones estudiantiles y muchas otras manifestaciones político-culturales, o culturales en sentido amplio, animadas por diferentes intelectuales, artistas y profesionales tanto en Europa como en otros lugares del mundo. Esta protesta contra la guerra está muy presente en la actividad de Bertrand Russell en Gran Bretaña y de Jean Paul Sartre en Francia; en las declaraciones del Movimiento Pugwash, formado por científicos de todo el mundo comprometidos en la lucha contra las armas nucleares y contra la utilización de armas químicas y biológicas; en las canciones de los Beatles, de Bob Dylan y de Joan Baez; en los relatos contemporáneos de Norman Mailer; en el teatro de Peter Weiss y en el cine de Bertolucci.

  No hay más que repasar la lista de los primeros firmantes del manifiesto para la creación de un tribunal internacional llamado a juzgar los crímenes de guerra en Vietnam, manifiesto animado por la Bertrand Russell Peace Foundation, en 1967, para darse cuenta de la dimensión y pluralidad de este otro movimiento que tantos puntos de contacto tuvo con el movimiento universitario: Gunther Anders, Lelio Basso, Simone de Beauvoir, Lázaro Cárdenas, Stokely Carmichael, Josué de Castro, Vladimir Dedijer, Isaac Deutscher, Danilo Dolci, Jean-Paul Sartre, Laurent Schwartz, Peter Weiss.

  Es importante decir que ninguno de esos autores era en 1967-1968 “pacifista” en el sentido que luego tomaría esta palabra a mediados de los ochenta, ante el espectro de una guerra librada con armas nucleares en el escenario europeo. Todos ellos estaban a favor de una salida negociada y honorable de la guerra, pero todos ellos condenaban la intervención norteamericana en Vietnam, como una manifestación de “la barbarie del mundo libre”, llamaban la atención de la opinión pública sobre la destrucción que el ejército norteamericano estaba llevando a cabo con napalm en las selvas vietnamitas y apoyaban, además, con mayor o menor decisión según los casos, el punto de vista de Ho Chi Mihn, presidente de Vietnam del Norte, y del Frente de Liberación de Vietnam, el Vietcong de Vietnam del Sur, orientado entonces por el partido comunista aunque con participación de otras personalidades (por ejemplo, de una importante minoría budista).

  Eran, eso sí, antimilitaristas, simpatizantes de la revolución, aunque críticos también de la burocratización del socialismo en la Unión Soviética. Eran declaradamente anticapitalistas y aceptaban, en aquel caso extremo, la necesidad de la violencia para hacer frente a la violencia. Con algunos matices que luego comentaré el abanico de ideas representado por estos autores fue también el que predominó en las vanguardias de la mayoría de los movimientos estudiantiles de la época.

  Pero lo que acabó convirtiéndose en 1968 en uno de los hilos de las movilizaciones estudiantiles y universitarias no estuvo, naturalmente, en su origen. Se suele decir que la revuelta de Berkeley fue el primer aldabonazo de los movimientos estudiantiles. Eso ocurría en el otoño de 1964. Y su causa inicial fue la protesta contra la forma autoritaria de gestionar la universidad pública.

  Quienes iniciaron la protesta en los EEUU eran en su mayoría los hijos de las clases medias del final de la segunda guerra mundial, jóvenes que habían nacido justo al acabar la guerra, excelentes estudiantes. En este incipiente movimiento estudiantil norteamericano hay un vínculo muy claro con el movimiento, más amplio, en favor de los derechos civiles. De hecho, el conflicto nació en Berkeley como una extensión del movimiento en favor de los derechos civiles para convertirse casi inmediatamente en un conflicto que ponía el acento en los problemas de fondo de la universidad, de la “Multiversidad”, como la llamaron.

  No es fácil entender ahora cómo llegaron a combinarse dos almas tan distintas en la contracultura americana de los sesenta: el alma hyppi y el alma revolucionaria (guevarista, marxista, marcusiana, de los panteras negras). Pero fue así. Y la explicación de eso seguramente fue la facilidad de la traducción recíproca de los lenguajes de tradiciones y actitudes tan diferentes ante el asunto central de la guerra de Vietnam. Por debajo de las diferencias en la crítica de la guerra en curso y más allá de las diferencias de lo que entendían por “paz” grupos y movimientos tan distintos, la oposición al reclutamiento, las llamadas a la deserción y la desobediencia civil unificaban lenguajes. Vestirse de flores, usar “bicis blancas” en la ciudad dominada por el automóvil, diferenciarse persistentemente de los mayores en la forma de vestir, dejarse el cabello largo, huir de la familia para ir a establecerse en una comuna rural, proletarizarse, mezclarse con los negros donde eso estaba mal visto, organizar marchas contra la guerra, participar en una “sentada” en la que se cantaba el “No, no nos moverán” o el “Submarino amarillo”, publicar un periódico underground: son formas varias, unas veces en competición, otras en aproximación, de lo que se llamó el Gran Rechazo, formas que seguramente no habrían coincidido sin el espectro de fondo que atenazaba a los jóvenes y a sus familias: la guerra de Vietnam.

  En Europa, en cambio, y sobre todo en Francia, Holanda, Alemania e Italia, la llamada sesenta y ochesca (1968) a la “proletarización” trata de enlazar en forma directa con aquella parte de las tradiciones revolucionarias, un día vanguardistas, que se habían conservado más vivas y más críticas: ciertas corrientes anarquistas y marxistas que quedaron desplazadas ya en los años veinte y treinta por el leninismo y por el estalinismo. La Internacional Situacionista en Francia, los “enragés” del mayo francés, el movimiento de los “provos” en Holanda y la mayoría de los dirigentes de la universidad crítica en Berlín o del movimiento estudiantil en Italia son exponentes de este punto de vista, que también se encuentra representado en algunas de las organizaciones estudiantiles de Madrid y Barcelona (sobre todo después de 1968).

Fin de la guerra del Vietnam

Tras diez años de permanencia y combates, el 29 de marzo de 1973, Estados Unidos completo la retirada de los últimos 4.300 soldados norteamericanos que combatieron en Vietnam. Aquel día se celebró en Saigón la ceremonia de retirada de la bandera estadounidense como símbolo del fin de la presencia militar americana en Vietnam.

  Debido a que la participación en la guerra se reveló como cruel e interminable, dividió a la opinión pública norteamericana y esto sirvió como base para el nacimiento de un movimiento pacifista entre la sociedad civil. Lo anterior debido a que el saldo en vidas de esta guerra fue de 500.000 civiles y 200.000 soldados vietnamitas por 57.000 soldados norteamericanos

  La retirada de las tropas estadounidenses facilitó el derrumbe inmediato del Sur. La ofensiva final comunista tuvo lugar en la primavera de 1975. El 30 de abril, los comunistas tomaron Saigón y forzaron la rendición de los sud-vietnamitas.

  El 2 de julio de 1976, se reunificó el país bajo el nombre de la República Socialista de Vietnam. La guerra había terminado. Más allá de la lucha por los territorios, este conflicto fue una lucha de superpotencias, del capitalismo contra el comunismo.

  Dentro del orden mundial de la época, la derrota de los Estados Unidos significó un fuerte golpe a su poderío militar e internacional, que hasta entonces gozaba de total inmunidad. China y la URSS fueron las más favorecidas. Sin embargo, el efecto más significativo fue la reconstrucción del propio Vietnam, que tuvo que acoger a los distintos grupos sociales y políticos en una sola nación.

  La impresión de que un pueblo pobre, pero muy motivado podía derrotar a la mayor potencia mundial empleando la guerra de guerrillas caló muy hondo en la mayoría de los países. Hasta el punto de considerarse el medio definitivo de lucha de los militarmente débiles contra los militarmente fuertes, debieron llegar movimientos como el de los Sin Tierra latinoamericanos para desvincularse de dicha lucha. Esta supuesta invencibilidad de las guerrillas ha quedado también como un mito, pero la Historia posterior ha desmentido este supuesto.

  En Centroamérica, la experiencia obtenida en la Guerra de Vietnam sirvió a los Estados Unidos para formar durante la Crisis centroamericana de la década de los ochenta a las fuerzas de GuatemalaEl SalvadorHonduras, etc. contribuyendo a vencer los procesos revolucionarios comunistas en Centroamérica que preocupaban a Estados Unidos.​ En Centroamérica solo Nicaragua implantó su revolución.

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